El
espacio en el que está construida la vivienda es un entorno natural,
por ello se clasifica esta obra como arquitectura orgánica.
El
edificio guarda un total respeto y adaptación con respecto al medio
que le rodea, claro ejemplo de ello son las rocas que conforman la
mampostería del exterior de la fachada que fueron recogidas del
exterior de la casa y fueron reutilizadas, y el propio asentamiento
de la estructura de la casa en dos rocas salientes de la cascada.
La
obra destina el espacio recogido en la misma para un uso doméstico,
ya que fue utilizada como vivienda durante muchos años y está
adecuada con una zona de estar y en la planta superior tres
habitaciones en la zona de descanso, todo esto distribuido en dos
plantas en una sucesión de planos horizontales.
Gracias
a su horizontalidad se puede gozar de una magnifica entrada de luz
debido a los grandes espacios de cristal del que dotó el arquitecto
a sus ventanas frontales que delimitan la zona de estar y
habitaciones de la naturaleza propia.
Estéticamente
los colores combinados entre sí se funden con los del propio bosque
que les rodea, lo que intensifica la idea de que la casa es un
elemento más de la naturaleza.
Finalmente,
en cuanto a su armonía destacar que los elementos horizontales son
los que llevan los elementos de construcción más ligeros y que se
utilizaron los más pesados en los verticales, dejando este contraste
una armonía y aprovechando la funcionalidad y necesidad de utilizar
los segundos para el propio soporte de la vivienda, consiguiendo
mezclar estética y funcionalidad en tal contraste. Destacar dentro
de esa armonía por último, y no menos importante, que las partes de
vidrio de la vivienda para no quedar fuera de estética y romper con
la armonía conseguida hasta ahora por el arquitecto fueron
incrustadas en la pared como tal, dando una continuidad estética sin
notar una diferencia más allá de la de texturas visualmente.
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